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DRAMATURGIA PARA CIRCO Un viaje sin destino, desde lo mínimo Capitulo III



A principio del Siglo XX, invención y autonomía fueron los términos que definieron al teatro como un arte autónomo de la literatura dramática, a la danza como un arte autónomo de la música, al circo como el espacio de las novedades y las curiosidades donde todo podía ocurrir, y lo que no está prohibido debe ocurrir… y así sucesivamente. Lo mismo pasó con la pintura, la literatura, la música, el cine, la fotografía, etc.


Dichos acontecimientos llevaron a acuñar nuevos conceptos dramatúrgicos como programas, partituras, libretos, fábulas, guiones, frases, textos, composiciones, bocetos, canovaccios, lengüetas, incidentes, narraciones, escaletas, historietas, etc. y con ello su grito de independencia se vio afectado por “una fuerte tensión heterónoma que atravesó las diversas propuestas artísticas en busca de una renovada eficacia política, social o religiosa del arte”.


Suceso que en algunos casos llevó a las distintas expresiones del fenómeno escénico, al abandono de lo instituido en la búsqueda de nuevas preguntas, maneras y formas de hacerse, usos, relaciones y alojamientos en espacios no concebidos o prohibidos: circos, cabarets, cafés, un uso no convencional de los teatros, clubes nocturnos, prostíbulos, iglesias, pocilgas, calles, ágoras, plazas de mercado, fábricas, escenarios deportivos, barracas, museos, espacios abandonados, galerías, la radio, el cine, etc.

Propuestas como “sacar el teatro a la calle” - no con la intensión de llevar el teatro a la calle, sino de buscar en la calle el teatro - fue lo que le permitió a Bertolt Brecht encontrar en la escena callejera el modelo de su teatro épico, mientras que a Antonin Artaud le permitió encontrar en la redada policial, el modelo para su teatro de la crueldad. Dos visiones de lo mismo, totalmente distintas.


En el caso del Circo, dichos postulados permitieron indagar y poner en relieve su origen mágico, mítico y religioso, y su relación con la máscara, la danza, el carnaval, la muerte, la escritura y el cuerpo, como también llevó a preguntarse acerca de las primeras representaciones de actos circenses realizadas hace más de tres mil años en Egipto. Actos de los que se nutrieron tanto los griegos como los romanos denominándolas las Ludis Circense/ Pompas Circenses.


Nombres que dieron relevancia a estos actos sobresalientes en sus respectivas sociedades donde los espectáculos (lejos de los combates de gladiadores y las carreras de caballos) eran de carácter popular y estaban tramados con las más variadas y curiosas atracciones de las artes de la calle que se representaban tanto en espacios al aire libre, como en anfiteatros con explanadas y gradas a los lados. Fue aquí, y no en otro lugar, donde un singular arte que dieron por llamar Circo, nació.


El más natural ilegitimo hijo de las artes de la calle, cuyos padres nadie conoce, aunque de su madre se sabe que fue una madre soltera, festiva, alegre y carnavalesca, libertina y exuberante, trashumante y graciosa, de largos y maravillosos contoneos, cuyas mágicas y seductoras formas nos permiten hoy afirmar que, por más creativos y autónomos que sean los lenguajes artísticos, “ las artes se parecen en sus principios y no en sus obras” (semejanzas, estilos, estructuras, unidades, técnicas, formas de representación…).

Punto de encuentro que, desde finales del siglo XIX, trajo como consecuencia los más variados y sorprendentes sucesos que involucran y relacionan los distintos lenguajes artísticos con el artes mismas, la política, la cultura, las ciencias sociales, la vida urbana, la malparidez …


Ha permitido encontrar otros caminos, indicios, estilos y formas de representación dramáticas y no dramáticas, instintivas, míticas, rituales, épicas, efímeras, emocionales, polifónicas, comerciales, multidisciplinares, culturales, históricas, deportivas, absurdas, vanguardistas, ficcionales, situacionales, yuxtapuestas, posdrámaticas, corporales, vivenciales, medioambientalistas, miméticas, religiosas, documentales, sociales, políticas, propagandísticas… Hechos, alimento y tributo que siguen masticando y usufructuando los gobiernos de turno, los partidos políticos, las iglesias, el hambre y la rentabilidad, y por supuesto, los que nunca faltan, los resentidos, bellos representantes y usureros de la pedagogía del dolor.


Los mismos que después de haberle arrancado el único pelo que tiene el elefante en el culo, dieron un golpe de estado y se hicieron a la mar, robando en su recorrido por tierras lejanas los conocimientos de aquellos antiguos titiriteros, cuya herencia y legado hoy nos pertenece por ser lo que somos: blacamanes, brujos, pirofagistas, chamanes, artistas, saltimbanquis y trovadores. Mas no somos aquel, que montado en una bicicleta cual escarabajo, se ha metamorfoseado en Demiurgos, como la única autoridad capaz de explicar el universo para ordenarlo todo, desconociendo que la realidad no es más que un pálido reflejo de cualquier acto de imaginación, donde las verdades absolutas de las antiguas artes de límites precisos y definidos, hoy se declaran híbridas, promiscuas, amantes de la contaminación y del contacto.


Teatro, circo, danza… son palabras que se quedan cortas, etiquetas que no definen bien la amplia variedad de manifestaciones que ahora se denominan artes escénicas; las mismas que se invaden, fornican, confitan las unas a las otras: danza, circo, teatro, performance, happening, arte acción, pendejadas y boba quinadas…


Acto seguido: desayuno y quedo libre. Cuando vivía con mi mamá a esta hora ya había almorzado, menos mal que el río va al mar y yo ya me aburrí de ser pobre, es por eso que ahora con orgullo puedo gritar: ¡Dios es grande, pero el circo es la putería!


Felipe García

Un texto en construcción.

Muro de Espuma Circo Teatro



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